MORS JANUA VITAE

La muerte no es más que una de las tantas puertas que atravezamos en la vida

miércoles, 6 de enero de 2010

Breve introducción a tres culturas

Costa Rica, como todos los países de latinoamérica, es un mosaico cultural. Y, como dolorosamente sucede en muchos otros de nuestros países, hay una cultura oficial que tiende a despreciar al resto de las manifestaciones de la vida nacional. De esta forma, se termina por mutilar la realidad, negando y ocultando amplios sectores de la población.

En Canciones para dejar de llorar voy a trabajar con tres culturas; que en sí mismas están llenas de matices y variaciones.

Esta es una pincelada sobre ellas.

Afrodescendientes. En la costa caribeña, al este del país, se concentra la población afrodescendiente de Costa Rica. Las raíces de estos grupos se remontan al golfo de Ghana, en África. Ahí, millones de personas fueron capturadas como esclavos por los ingleses y llevados a trabajar en sus colonias; incluyendo la actual Jamaica; donde establecieron una cultura propia; mezcla de sus tradiciones ancestrales y la cultura de los ingleses. De Jamaica fueron traídos a Costa Rica; en su mayoría como trabajadores remunerados y no, contrario a lo que muchos creen, como esclavos. Es cierto que en la época colonial había un número significativo de esclavos negros en nuestro país, pero eran menos que en otros lugares de América; dado que los colonos españoles contaban con los aborígenes, quienes tomaron el papel que la esclavitud negra desempeñó en otras latitudes. Por tanto, la mayoría de los pobladores afrodescendientes de Costa Rica llegaron como trabajadores para la construcción del ferrocarril y como peones en las plantaciones agrícolas, durante el siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX. Junto con ellos, llegó un importante contingente de negros educados en instituciones inglesas: intelectuales, maestros, religiosos, doctores que enriquecieron la cultura local. Así, la negritud en Costa Rica tiene caracteristicas particulares que la convierten en una importante fuente, muchas veces menospreciada, de arte, cultura y conocimiento. En este universo cultural destaca la religiosidad, dominada por la denominaciones protestantes como la Bautista, la Adventista y la Anglicana. En ella, la música de los cantos espirituales, el inglés criollo, la estética y el fervor hablan de una mezcla que une a la tradición cristiana con ecos del pasado africano.

El pueblo bribrí. Está es una de las muchas etnias aborígenes costarricenses. Durante la colonia, este grupo fue diezmado grandemente; gracias al hambre, las enfermedades que trajeron los conquistadores consigo, la imposición de servidumbre y la persecución directa de la que fueron objeto. A pesar de ello, los bribrís se mantiene como la etnia indígena más numerosa de Costa Rica. La mayoría de los pueblos Bribrís sobreviven en la Cordillera de Talamanca, al sureste del país. Cuentan con su propia lengua y una cosmogonía únicas en el mundo. La religiosidad Bribrí, aunque fracturada e incompleta por el impacto que la conquista tuvo en ella, aún mantiene sus rituales, sus sacerdotes y sus prácticas. El universo para los Bribrís está construido como una gran casa cósmica. El mundo en que vivimos no sería más que un reflejo imperfecto de la casa espiritual, donde habitan los dioses y otros seres sobrenaturales. Su religión, tiene un fuerte acento en lo funerario y en las explicaciones de la vida después de la muerte; entendida como un retorno al mundo espiritual; es decir, el mundo verdadero dónde los colores son más brillantes, los sabores son más intensos, la vida es más que esta ilusión en la que vivimos. En conjunto, la religión Bribrí es un intento por describir como la interacción de estos dos mundos afectan a los seres humanos, imponiéndonos un código ético dónde los mayores pecados son la mezquindad y la falta de hospitalidad. Los habitantes de ambos planos miran la realidad de diferente manera; y en esta diferencia es dónde surgen los más importantes acontecimientos de la existencia.


Los sectores populares. El catolicismos es la religión dominante en Costa Rica. El poder que mantiene la Iglesia Católica, aún en nuestros días, es enorme. Sin embargo, no son las manifestaciones oficiales las que interesan en este proyecto. Al margen de los ritos sacerdotales principales, crecen y se mantienen ritos populares. Estos, aunque sean aceptados por la iglesia, no conforman el núcleo de las prácticas católicas, centradas en las ceremonias oficiadas por sacerdotes dentro de los templos. Por el contrario, los rezos de ánimas y los novenarios se realizaban tradicionalmente en el seno del hogar y son oficiados por parientes del muerto. Durante varios días, los amigos, familiares y otros miembros de la comunidad se unían para pedir por el perdón de los pecados del difunto. Está costumbre, que servía como consuelo para los deudos y ayudaba a reproducir y mantener los lazos sociales y comunales ha sido desplazada paulatinamente. Cada vez más se acostumbra dar una ofrenda económica a la iglesia para que el nombre del muerto sea mencionado, de forma genérica, en nueve misas; en lugar de rezar en casa por ese muerto en especial. En otros casos, el novenario simplemente se pasa por alto. Sin embargo, la tradición de los novenarios aún se mantiene., especialmente entre los pobres y desposeídos. En el ámbito rural y en los barrios pobres de las ciudades, dónde no hay recursos para pagar misas y en donde los valores tradicionales se mantienen, los novenarios sobreviven como una expresión fuerte y sincera de la fé del pueblo.


Las mujeres. En las tres tradiciones que constituyen el cuerpo central de este proyecto hay un elemento común: la mujer tiene un papel activo en la vida religiosa y espiritual de la comunidad. La corriente principal de la cultura costarricense no sólo tiende a ser católica y a darle prioridad a los descendientes de criollos; también es androcéntrica. El canon eclesiástico relega a la mujer, no permitiéndole oficiar misa ni encargarse de ninguno de los rituales principales. Esto, más allá de cualquier explicación de índole teológica o doctrinal, da como resultado que las mujeres tengan un papel de espectadores y no puedan asumir roles protagónicos. La mentalidad de discriminación de género ha penetrado en la mentalidad del grueso de la población, al menos en el Valle Central, donde no se considera común que las mujeres encabecen los rituales religiosos. En las tradiciones que nos interesan, esto es muy diferente. La religiosidad popular siempre tiene a las madres, las abuelas y las esposas como las encargadas de los ritos de vida y muerte. Ellas son las parteras, las que cuidan a los enfermos, las que preparan y visten a los muertos, las que mantienen los altares familiares y también son las “rezadoras” que entonan las oraciones y los cantos para la salvación de los muertos. Del mismo modo, en el mundo Bribrí, existen sacerdotisas que desempeñan roles muy importantes en los funerales. Sin ellas, la maquinaria religiosa no podría funcionar. Así mismo, la mujer negra es parte fundamental de los coros de cantos espirituales y puede ejercer como sacerdotisa oficial, como en el caso de la Iglesia Anglicana.


Así, las culturas que conformaran el tema de nuestra obra, nos enseñan un paradigma de vida diferente. La mujer, las etnias tradicionales, los afrodescendientes y los sectores populares son parte sustancial del ser costarricense. Darle el lugar que se merecen, es una de las tareas básicas a las que se debe avocar todo creador artístico que desee realizar aportes para mejorar nuestra sociedad.



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