MORS JANUA VITAE

La muerte no es más que una de las tantas puertas que atravezamos en la vida

miércoles, 6 de enero de 2010

Las intenciones de un dramaturgo

Cuando uno se sienta en la computadora y trata de escribir un texto (muchas veces con desesperación, frecuentemente ccon el tiempo en contra) hay intenciones, ocultas o explicítas, que sostienen y alimentan el trabajo.

Entre los objetivos que uno se plantea como creador y el resultado final hay, normalmente, una distancia. O sea, no siempre lo que uno cree que está diciendo es lo que los demás interpretan.

Esto, que es cierto para el novelista, el poeta o el periodista, es una realidad aún más evidente para el dramaturgo. Después de todo, una pieza teatral es un texto técnico, destinado a la representación; es decir, a la reinterpretación directa de terceras personas.

Aún así, e sun interesante ejercicio decir directamente cuales son las intenciones que se tienen a la hora de escribir un texto. Por lo menos, servirá para evaluar cuanta es la distancia entre los propósitos y los resultados finales.

En el caso de Canciones para dejar de llorar,

El objetivo central del proyecto es, repitámoslo, escribir una obra de teatro que trate sobre los ritos funerarios que son oficiados por mujeres, en tres diferentes tradiciones culturales y religiosas costarricensces: la católica, la del pueblo bribrí y la afrocaribeña. Ahora bien, se escogió este tema, sin duda amplio y ambicioso, buscando cumplir con varias metas que, de una u otra forma, han estado presentes en mis trabajos dramatúrgicos anteriores.

Al investigar sobre estás tradiciones religiosas populares, se está colaborando con el rescate de las mismas. Muchas de ellas se encuentran en peligro de desaparecer por la indiferencia o el franco desprecio de la corriente principal de la cultural nacional. Las manifestaciones marginadas o minoritarias solamente pueden sobrevivir si son capaces de sintetizar productos culturales que alcancen amplias capas de la sociedad. Los productos artísticos son especialmente útiles en esta labor de rescate y difusión, dado que son capaces de impactar en muchos niveles.

La sociedad costarricense ha estado polarizada hacia una sola corriente cultural: la que se desarrolla en el centro del país, en el llamado Valle Central; donde se encuentra la capital y los centros urbanos más importantes. Las poblaciones de las provincias periféricas han sido marginadas, tanto económica como culturalmente. Hay un conflicto latente y muchas veces manifiesto entre las cultura urbana, donde la población en su mayoría desciende o se identifica con los antepasados criollos (españoles nacidos en América) y la cultura rural y costeña; donde existen regiones con una población que es mayoritariamente descendiente de emigrantes afrodescendientes o pueblos aborígenes.

La aceptación e integración de la diversidad cultural costarricense es esencial para encarar el reto de crear una nueva identidad nacional, que nos permita avanzar por los desafíos de nuestro tiempo, teniendo la inclusión y la justicia social como valores centrales. Así, el teatro, considerado como una herramienta cultural poderosa, debe servir como un espejo que nos muestre nuestro verdadero ser: multiétnico y multicultural.

Sí cumplo a cabalidad mis intensiones o no, es un tema que veremos en los próximos meses...

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