MORS JANUA VITAE

La muerte no es más que una de las tantas puertas que atravezamos en la vida

miércoles, 6 de enero de 2010

El arte como Talismán

Durante el Renacimiento, varios artistas, como Sandro Botichelli, experimentaron con lo que se ha llamado arte talímánico. Básicamente, se define como una composición artística que incorpora, de manera consciente e intencionada, símbolos, ritos o mitos de tradiciones culturales especificas; con el fin de lograr un efecto particular en el público. Pretende mover energías concretas (psicológicas, sociales y trascendentes) para el crecimiento de las personas y el mejoramiento de la condiciones sociales. Es el caso del famoso cuadro La Primavera, que pretendía transmitir juventud, fertilidad y renovación. Se especula que Shakespeare mismo consideraba a su teatro, The Globe, como un microcosmos en el que se podía influir desde muchos planos en el otro gran globo: el mundo. Los artistas que modernamente han experimentado con estos conceptos se plantean un regreso a los orígenes del arte en general y del teatro en particular, como experiencia mística capaz de crear mitos que le den sentido a una existencia materialista, consumista y carente de significados profundos.

En el caso que nos ocupa, la obra de teatro busca transmitir tolerancia, espiritualidad y una comprensión del papel de la mujer en nuestro cosmos; tanto como elemento simbólico como grupo social oprimido. Al mismo tiempo, el texto se plantea como una búsqueda existencial en tanto reflexión sobre la vida y la muerte.

La muerte es una de las situaciones límites que nos llevan a buscar o construir un sentido a la existencia. Cada una de estas tradiciones aborda la muerte y la trascendencia de diferentes formas. Estudiar sus ritos mortuorios puede darnos pistas para renovar la visión que tenemos de nuestra propia mortalidad. Adentrarse en los ritos de muerte es volver sobre lo inevitable y lo inescrutable.

Los ritos funerarios se clasifican como ritos de pasaje , es decir, son actos sagrados que acompañan los cambios que las personas tienen a lo largo de su existencia. Entre otros se incluyen los ritos de nacimiento, de matrimonio, de entrada a la vida adulta y, por supuesto, de muerte. En el caso de las honras fúnebres, cumplen varias funciones: acompañan el alma del muerto en su viaje al inframundo, le ayudan a superar las pruebas y peligros que se encuentra en el camino, aseguran su inmortalidad o vida más allá de la tumba, elogian la memoria del difunto y sirven como consuelo a los dolientes.

La estructura de estos ritos funerarios es análoga a la estructura de la elegía; la que se entiende como un canto o composición lírica dedicada a llorar y exaltar al difunto. En prácticamente todas las épocas y todas las culturas hay productos artísticos y ritualistas elegíacos. Cómo ya señalamos anteriormente, la siguiente es la estructura ideal de las elegías funerarias, según Eduardo Camacho Guizado, estudioso español:

a)Presentación del acontecimiento. Anuncio de la muerte.
b)Lamentación. Llanto. Invitación, magnificación del llanto.
c)Panegírico. Elogio del difunto.
d)Consolación directa.

Está estructura, de la que hablé en una entrada anterior del blog, se puede extrapolar como estructura dramática; es decir, se puede utilizar para componer una obra de teatro. En el esquema propuesto, la introducción presentará la muerte como hecho cultural en general, cada una de las escenas corresponderá a una de las partes de la estructura elegíaca, mientras que el epílogo buscará integrar los aportes de las tres tradiciones. Se mezclaran las diferentes historias, en lugar de contarles completas en forma secuencial, para enfatizar cómo las tres forman parte de la herencia cultural costarricense. Más allá de nuestras diferencias, formamos parte de una misma experiencia humana que se conmueve frente a la muerte.

En rigor, está obra trata, sencillamente, sobre la muerte como hecho natural e inevitable. Cada tradición le imprime una forma estética distinta a la vivencia de la mortalidad. El reto del texto será lograr amalgamar estás formas artísticas, que se presentan como música, como iconografía y como literatura sagrada, en un texto dramático unitario y coherente.

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