¿Estás listo para morir?

La muerte llega sin aviso. Eso lo sabemos bien. Pero, a pesar de su sorpresa, ¿podemos prepararnos para la muerte?

Quizás las personas que han tienen una enfermedad terminal saben mejor el plazo que tienen sobre la tierra. Pero, aún ellos, pueden ser sorprendidos por la parca antes de lo esperado. O, milagrosamente, pueden permanecer muchos más años de lo que todos esperaban; para alegría de su familia y, en ocasiones, para despecho de sus herederos.

Todas las épocas, todos los países tienen su proceso de duelo. Pero, parece ser que en occidente hemos decidido ignorar que algún día estaremos bien muertos y vivimos como si fueramos eternos.

A pesar de que la muerte es un tema frecuente de películas, libros y malas series de televisión; lo cierto ers que una muerte evasiva. Muestra de ello es cómo, en nuestras ciudades la muerte es algo que pasa en un hospital, de lo que se ocupa una compañía de pompas fúnebres y de la que hablaremos mañana como espectadores ajenos. No es el drama de vida, muerte y resurrección que ha sido pdurante milenios. El deudo no está ahí. En muchos casos lo asistentes a un funeral están tan cerca de la muerte como los televidentes lo están de la teleserie de forenses.

¿Qué pasó? Quizás es sólo que la sociedad contempóranea se nutre de la deshumanización, del anonimato, de vendernos sustitutos artificiales de la realidad para no engordar, no sentir dolor, no ser. En una sociedad plástica la muerte no tiene cabida. Si acaso, el reciclaje.

Así, afirmo que el haber perdido el contacto con la muerte (especialmente con la muerte de los parientes: el abuelo, el primo, el padre) es una perdida de vida. Hoy vivimos menos y con menos intensidad en las modernas ciudades de hormigón y fibra óptica que en las sociedades tradicionales.

Por eso, cuando la muerte llega con su viaje sin aviso y sin regreso, nos encuentra desprevenidos y asustados.

Por eso les pregunto: ¿están listos para morir?